La cabaña

Hablar del libro La cabaña ha sido todo un reto y a la vez una necesidad, ya que no sólo es hablar de la historia del libro sino también de todo lo que transmite dicha historia. 

La historia busca la reconciliación entre Mackenzie y Dios, interpretado en una simpática representación de sus tres formas divinas, la Santísima Trinidad. 

Leyendo distintas páginas que hablan sobre el libro o la película nos percatamos que se considera una historia a la vez cristiana, o católica, o cristiana protestante, o nueva Era y hasta espiritista, etcétera, es sorprendente como se le ha buscado catalogar.

La historia gira sobre el asesinato de la hija menor de Mackenzie durante unas vacaciones familiares, la cual se da en circunstancias muy brutales en una cabaña abandonada en lo más profundo del bosque, este hecho le genera Mackenzie un sentimiento de dolor que lo llama la Gran Tristeza, de forma inexplicable un día recibe una nota invitándolo a regresar a esa cabaña durante un fin de semana, dicha invitación al parecer es realizada por Dios.

El libro busca abordar la pregunta de siempre. ¿Dónde está Dios en un mundo lleno de indescriptible dolor?

Introducirnos en los conceptos teológicos que se tocan en el libro —o cuestiones de fe como cada quien las interprete—, no es nuestro fuerte y no es lo que se busca en este resumen en particular. Principalmente queremos hablar de lo que percibimos y nos transmite la historia del libro, por esa misma razón, citamos bastantes diálogos —que deberán considerarse como spoilers, avisados están—, de los personajes de dicha historia.

Es una historia de amor profundo y reconciliación, que particularmente empieza de forma trágica. La memoria es engañosa, en especial con un accidente en el que sale uno con el corazón muy lastimado.

La Gran Tristeza —ese sentimiento de culpa—, que se presenta Mackenzie por los hechos trágicos ocurridos, la concibo como una pregunta, en la cual no se encuentra una respuesta que ayude a responder de forma amplia y satisfactoria, aunque quisiéramos creer que sí existe —es curioso que elegimos creer—, —y esto pareciera ser—, debido a una muy reducida e incompleta imagen de la realidad. 

¿De quién es la culpa? Cuando no se sabe responder, en muchas ocasiones se considera que es de uno mismo, y eso a su vez, te castiga y te condena. Esto lleva al personaje principal de esta historia —y de muchas otras— a llenarse de dolor y culparse por lo sucedido. El dolor tiene poder para cortarnos las alas e impedirnos ser capaces de volar y si se prolonga por mucho tiempo, tú podrías olvidar que fuiste creado para volar. Todos quieren la promesa de una vida sin dolor, y eso, no existe. 

Crecer significa cambiar y cambiar implica riesgos, pasar de lo conocido a lo desconocido. 

El personaje de Dios afirma “el solo hecho de que yo haga un bien increíble a partir de tragedias abominables no quiere decir que orqueste esas tragedias”, por lo que al alma, le hace bien dejar correr de vez en cuando las aguas sanadoras, perdonar y reconciliar es esencial en el ser humano. La libertad es un proceso creciente. En la historia se le afirma a Mackenzie: “Ustedes fueron creados para ser amados”. La esencia de la vida implica un poco de tiempo y mucho de relación.

Una parte interesante que se plantea en los diálogos entre la Santísima Trinidad y Mackenzie, lo cual me llamó bastante la atención, es sobre la triada creada por los humanos. Los sistemas político, económico y religioso, o cualquier sistema en realidad, basados en crear jerarquía, y una vez que se tiene, se necesitan reglas para protegerla y administrarla, y luego se necesitan leyes y sus agentes y terminan con una suerte de cadena de mando o sistema de orden que destruye la relación más que promoverla. La autoridad como suelen concebirla, es meramente la excusa para obligar a los demás a someterse a lo que uno quiere.

Decidiendo lo que es bueno y lo que es malo busca el ser humano determinar su destino y así tratan de dar sentido al mundo en el que vive, con base en una muy reducida e incompleta imagen de la realidad. Esto a su vez nos llevado a creer que se tienen una gran capacidad para declarar que algo es bueno o malo, sin saber en verdad lo que es, estamos tan extraviados en nuestras percepciones de la realidad pero tan seguro de nuestros juicios, y esto nos lleva a una nueva afirmación del personaje de Dios, “esto hace que experimentar relaciones verdadera sea tan difícil para ustedes los seres humanos”.

Como corregir esto? La respuesta que se nos propone es la siguiente: renunciar a sus formas de poder y manipulación y regresar a Dios, a la fuente. En su interpretación los personajes que representan  a la Santísima Trinidad, afirman: “no tenemos ningún concepto de autoridad suprema entre nosotros, sólo unidad”.

No está en la naturaleza del amor forzar una relación, pero sí abrir brecha. Por lo que no se busca justificar —errores— se busca redimir —liberar del sufrimiento—. El verdadero amor nunca obliga. Los errores forman parte de la vida y Dios obra sus propósitos en ellos también, de esta forma, la confianza, es fruto de una relación en la que sabes que eres amado. Como premisa se nos menciona que, nadie cumple su potencial en este mundo, es sólo la preparación… a una realidad más grandiosa por venir, todo se reduce a las relaciones de compartir simplemente la vida y estar abiertos y a la disposición de quienes nos rodean.

“Soy especialmente afectó a ti”.

Nota: Para realizar este trabajo, junte varias piezas de un rompecabezas y decidí al final la imagen que debería aparecer, fue genial.

Precaución: no continuar si no se ha leído el libro completo, por favor.

Al leer completamente libro en la parte final el autor Wm. Paul Young, nos describe la historia detrás de La Cabaña, la cual no es real, es ficción, fue inventada por el autor, pero la esencia de la historia es muy real, el dolor, la pérdida, la aflicción, el proceso, las conversaciones, las preguntas, los secretos, las mentiras, el perdón, todo eso es real, todo eso ha sido parte de la humanidad.

Nos a llamado mucho la atención que el autor considera que el proceso de creación fue gradual y estuvo lleno de múltiples circunstancias favorables a pesar de las limitaciones de los participantes, se tuvieron muchos momentos de inspiración —tal vez de una fuerza divina—, se contó con la participación de distintas voluntades para poder ayudar a crear esta obra, al principio con el fin de compartirlo con sus seres cercanos y amigos, y con el paso del tiempo debido a la constante demanda de quienes leían el libro y lo querían compartir o regalar entre sus conocidos se logró una distribución más amplia y el ciclo continuó.  Algo especial ocurrió, que hasta las editoriales que fueron visitadas y rechazaron el manuscrito se acercaban a querer participar. 

Esta obra ha tocado vidas en su forma más profunda, y abierto puertas para conversaciones que antes parecían incómodas o imposibles.